Karina Niebla
14/04/2021 21:21
- Clarín.com
- Ciudades
Sobre llovido, mojado. Los gastronómicos porteños no habían llegado a acostumbrarse a funcionar hasta las 23, que desde el próximo viernes deberán afrontar un nuevo horario de cierre, a las 19, la misma hora en que deberán bajar las persianas al público todos los comercios. Los bares y restaurantes podrán seguir trabajando solamente con delivery. El anuncio realizado por el presidente Alberto Fernández este miércoles era temido por el sector.
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, el viernes 9 de abril el cierre se pasó de las 2 a las 23, aunque los clientes que están en el lugar pueden quedarse hasta las 24. Desde el viernes próximo, directamente se eliminará el turno nocturno. Esto significa que se cancelarán las cenas, la comida que representa mayor ingreso en cualquier restaurante. De noche, lo único que estará permitido es el delivery, en el marco de una restricción en la circulación de 20 a 6.
“El sector gastronómico está conformado en un 90% por Pymes. Es una locura adelantar todavía más la hora de cierre de los locales, es un decreto de muerte. Ya perdimos más de 20.000 puestos de trabajo y más de 2.000 establecimientos”, precisa Dante Camaño, titular de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA).
Un 50% les bajó la facturación a los gastronómicos consultados. Fue durante el fin de semana pasado, el primero con restricciones horarias. Saben que, con la nueva medida, la sangría será aún mayor.
“Si cerramos a las 19, perdemos el 90% de nuestra facturación. Al mediodía vienen apenas el 10% de nuestros clientes”, cuenta Agustín Latorre, dueño de los restaurantes Osaka de Palermo y Puerto Madero. Y pide ayuda estatal: “Cerrar a las 19 es prácticamente volver a cero, como al inicio de la pandemia, pero peor aún, porque ahora ni siquiera tenemos ATP para pagar los sueldos”, destaca.
En los locales estiman que el cierre nocturno les bajará la facturación entre un 70% y un 90%. Foto Germán García Adrasti
Pese a las restricciones aplicadas el viernes y las que se sumarán ahora, los locales gastronómicos pueden seguir haciendo delivery pasado el horario de cierre al público, por ser considerados esenciales. Representa un pequeño salvavidas, sobre todo para las heladerías y pizzerías.
Pero nadie está a salvo en la gastronomía local, incluidos los pizzeros. De hecho, desde la Asociación de Propietarios de Pizzerías y Casas de Empanadas (APYCCE) ya emitieron un comunicado, en el que resaltan que el turno noche “constituye el 70% de la facturación que hace sobrevivir a las pizzerías”.
“Limitando su funcionamiento a tan solo al mediodía, aquellas pizzerías que estaban a punto de bajar sus persianas finalmente lo harán, ya que no podrán sostenerse”, reza el texto, en el que también se piden “medidas económicas y fiscales que apalanquen este durísimo e irreversible impacto que recibirá nuestro sector”.
Matías Cabrera es uno de los dueños de las pizzerías Hell’s y Mil y Pico. Junto a sus socios, planea inaugurar un local de empanadas, Pico, este sábado. El fuerte iba a ser nocturno. Con las nuevas medidas, deberán barajar y dar de nuevo antes de abrir.
En el sector gastronómico dicen que muchos locales no resistirán las nuevas restricciones. Foto Germán García Adrasti
“A la noche tendremos que apostar al delivery, ya que nuestro horario de apertura es a las 18. Trataremos también de dar fuerza a una propuesta al mediodía -anuncia Cabrera-. Siento frustración porque detrás de la apertura del local hay meses de obra, un año de producto y compromiso con la marca, dinero invertido”.
Otro local donde reformulan propuestas es Vico Wine Bar, aunque en principio sea difícil hacer que el público local se habitúe a beber temprano. “Hace horas estamos tirando ideas con mis socios para buscarle la vuelta -admite Gabriela Vinocur, una de las dueñas de este bar de vinos-. Pensamos lanzar degustaciones cortas que tienten a la gente a que pase, coma algo simple y siga para su casa. Y quizás sumar almuerzos”.
Ante un horizonte incierto, la gastronomía local apela una vez más a la creatividad y la flexibilidad, aunque no alcancen para hacerle frente al desgaste pasado, presente y futuro.
NS
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